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Manager in Motion y la metamorfosis de las pymes españolas

Tal y como asegura Arnaud Quetin, miembro de Manager in Motion, el poder de una empresa también se puede medir por su capacidad en despistar a su competencia. Para el crecimiento y el éxito de una pyme española, esta habilidad es importante.

Época de crisis

Actualmente, el equipo de Manager in Motion ayuda más a compañías con números rojos acumulados durante los últimos 18 meses pos-COVID19 y con grandes dificultades para asegurar su viabilidad. Pensando que la crisis sería corta, muchas apostaron por retener a sus trabajadores y su capacidad de producción a costa de endeudarse. Pero junto a la caída de las ventas, la mayoría se han visto forzados a una oleada de ERTE, un ajuste de gastos, una mejora de la productividad, renegociar con los acreedores hasta el diseño de un plan de reestructuración empresarial.

En situación de crisis, las empresas deberían adoptar medidas sin demora para reestructurarse con miras a la recuperación y transformación. En respuesta al descenso de la actividad económica y para mantener la supervivencia de la empresa, una reestructuración con el objetivo de reducir costes a corto plazo es ante todo la oportunidad de forzar la reflexión sobre la estimulación de la actividad comercial debilitada, aplicar nuevos métodos de trabajo o invertir en nuevas tecnologías para ser más resiliente y competitiva.

Porque seguir endeudándose no es una solución sostenible. Al ritmo frenético al que va la distribución del crédito barato, la deuda de las empresas (no financieras) españolas roza el 85% del PIB. Aún más preocupante es el incremento de la deuda pública que se sitúa en el 122% del PIB. Y si se suma la deuda de los hogares, la deuda total de la economía de España supera los 3 billones de euros y alcanza el 270% del PIB o sea 2,7 años de creación de riqueza del país. Pero bien, se supone que un país de la UE no puede entrar en bancarrota.

Época de transformación

Porque una entidad de financiación privada no es un país de la UE y puede caerse frente a unos impagos. Pese al pretexto de que la pandemia ha empujado la sociedad a un mundo monetario nuevo y encantado, donde el dinero es gratis y los bancos lo distribuyen en cantidades casi ilimitadas, la idea de establecer un plan de reestructuración empresarial urge a muchas pymes industriales. A priori, misión muy difícil debido a una carga emocional fuerte: las empresas familiares deben iniciar una metamorfosis vital para primero estabilizar la deterioración de la cuenta de PyG, y luego volver al crecimiento con líneas de productos y servicios generadores de valor a largo plazo.

Época de liderazgo

Una vez implementados los cambios necesarios, alineados con los nuevos hábitos de los clientes, cuyo motor económico no es la producción, sino el consumo (se deben crear constantemente nuevos productos y servicios), se abre una fase de remontada de posición de mercado porque la pyme está desde entonces bien armada con nuevas ventajas competitivas (mayor productividad, mayor calidad, menor coste de producción) en un entorno de globalización de la economía.

Siguiendo las palabras de Quetin, “el poder de tu pyme es ahora mismo. ¿Sueño o realidad? Es cuando lo quieres y como lo quieres”.

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